Según
la tradición, dentro de sus trabajos en la defensa de Siracusa,
Arquímedes podría haber creado un sistema de espejos ustorios que
reflejaban la luz solar concentrándola en los barcos enemigos y con
la finalidad de incendiarlos. Sin embargo, las fuentes que recogen
estos hechos son tardías, siendo la primera de ellas Galeno, ya en
el siglo II. Luciano de Samosata, historiador también del siglo II,
escribió que, durante el sitio de Siracusa (213-211 a. C.),
Arquímedes repelió un ataque llevado a cabo por soldados romanos
con fuego. Siglos más tarde, Antemio de Tralles menciona los espejos
ustorios como arma utilizada por Arquímedes. El artefacto, que en
ocasiones es denominado como el "rayo de calor de Arquímedes",
habría servido para enfocar la luz solar en los barcos que se
acercaban, haciendo que estos ardieran.
La credibilidad de esta historia ha sido objeto de debate desde el Renacimiento. René Descartes la rechazó como falsa, mientras que investigadores modernos han intentado recrear el efecto considerando para ello tan sólo las capacidades técnicas de las que disponía Arquímedes. Se ha sugerido que una gran cantidad de escudos bien pulidos de bronce o cobre podrían haber sido utilizados como espejos, para así enfocar la luz solar hacia un solo barco. De este modo se habría podido utilizar el principio del reflector parabólico, en una manera similar a un horno solar.
La credibilidad de esta historia ha sido objeto de debate desde el Renacimiento. René Descartes la rechazó como falsa, mientras que investigadores modernos han intentado recrear el efecto considerando para ello tan sólo las capacidades técnicas de las que disponía Arquímedes. Se ha sugerido que una gran cantidad de escudos bien pulidos de bronce o cobre podrían haber sido utilizados como espejos, para así enfocar la luz solar hacia un solo barco. De este modo se habría podido utilizar el principio del reflector parabólico, en una manera similar a un horno solar.
En
1973 el científico griego Ioannis Sakkas llevó a cabo una prueba
del rayo de calor de Arquímedes. El experimento tuvo lugar en la
base naval de Skaramangas, en las afueras de Atenas, y en esta
ocasión se usaron 70 espejos, cada uno cubierto con una cubierta de
cobre y con alrededor de 1,5 m de alto y 1 m de ancho. Los espejos se
dirigieron contra una maqueta de madera contrachapada de un barco de
guerra romano a una distancia de alrededor de 50 m. Cuando los
espejos fueron enfocados con precisión, el barco ardió en llamas en
cuestión de unos pocos segundos.
Juan Antonio Hidalgo Torres.